¿Usted ya oyó hablar sobre la Parábola del Sembrador?
Esa es una excelente lectura y reflexión para quien está buscando la perfección, recorriendo el proceso de su camino evolutivo, esforzándose para convertirse en un hombre de bien.
En este artículo, abordaremos el tema bajo la perspectiva de la Doctrina Espírita.
Acompañe el contenido hasta el final para conocer todo al respecto de los diferentes matices existentes en la forma de ser utilizadas las enseñanzas del Evangelio.
¿Para qué sirven las parábolas?
Las parábolas son historias de fondo moral que sirven para transmitir lecciones de forma simple.
Para explicar las complejas verdades de una forma que sea de fácil entendimiento, esas narrativas utilizan la relación de semejanza entre cosas que, normalmente, son comunes y conocidas.
Las parábolas más famosas son las bíblicas.
Jesucristo acostumbraba emplearlas para enseñar a sus discípulos una nueva forma de vivir.
Para eso, usaba historias de lo cotidiano del pueblo.
La Parábola del Sembrador: ¿Qué es?
La Parábola del Sembrador es una de las parábolas contadas por Jesus.
En esa historia, un sembrador lanza semillas a lo largo del trayecto que recorría.
Las que cayeron al pie del camino y en terrenos rocosos y espinosos se perdieron, pero las que cayeron en suelo fértil crecieron y se multiplicaron.
Parábola del Sembrador en la Biblia
La Parábola del Sembrador puede ser encontrada en los Evangelios sinópticos (Mateo 13:1-9, Marcos 4:3-9 y Lucas 8:4-8) y en el Evangelio apócrifo de Tomás.
Jesús narró la historia desde el interior de una barca, a la orilla del mar de Galilea, también conocido como Lago de Genesaret o como el mar de Tiberíades, mientras una gran multitud lo escuchaba a su margen.
Cuestionado por los discípulos sobre el porqué de usar parábolas con el pueblo, Jesús responde con la explicación de la Parábola del Sembrador.
Revise el pasaje:
“(…) El sembrador salió a sembrar.
Mientras lanzaba la semilla, parte de ella cayó a la orilla del camino, y las aves vinieron y la comieron.
Parte de ella cayó en terreno rocoso, donde no había mucha tierra; y enseguida brotó, porque la tierra no era profunda.
Pero cuando salió el sol, las plantas se quemaron y secaron, porque no tenían raíz.
Otra parte cayó entre espinos, que crecieron y sofocaron las plantas.
Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.
Aquel que tienen oídos para oír, oiga!
Los discípulos se aproximaron a él y preguntaron: ¿Por qué hablas al pueblo en parábolas?
Él respondió: A ustedes les fue dado el conocimiento de los misterios del Reino de los cielos, pero a ellos no.
A quién tiene le será dado, y éste tendrá en gran cantidad. A quien no tiene, hasta lo que tiene le será quitado.
Por esa razón yo les hablo en parábolas: Porque viendo, ellos no ven y, oyendo, no oyen ni entienden.
En ellos se cumple la profecía de Isaías: Aunque estén siempre oyendo, ustedes nunca entenderán; aunque estén siempre viendo, jamás percibirán.
Pues el corazón de este pueblo se volvió insensible; de mala voluntad oyeron con sus oídos, y cerraron sus ojos. Si no fuese así, podrían ver con los ojos, oír con los oídos, entender con el corazón y convertirse, y yo los curaría.
Pero, felices son sus ojos, porque ven; y sus oídos, porque oyen.
Pues yo les digo la verdad: Muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes están viendo, pero no vieron, y oír lo que ustedes están oyendo, pero no oyeron.
Por lo tanto, oigan lo que significa la Parábola del Sembrador:
Cuando alguien oye el mensaje del Reino y no entiende, el Maligno viene y le arranca lo que fue sembrado en su corazón. Esto es lo que fue sembrado a la orilla del camino.
En cuanto a lo que fue sembrado en terreno rocoso, este es aquel que oye la palabra y enseguida la recibe con alegría.
Sin embargo, en vista de que no tiene raíz en sí mismo, permanece por poco tiempo. Cuando surge alguna tribulación o persecución a causa de la palabra, enseguida la abandona.
En cuanto a lo que fue sembrado entre los espinos, éste es aquel que oye la palabra, pero la preocupación de esta vida y el engaño de las riquezas lo sofocan, convirtiéndolo en infructífero.
Y, finalmente, lo que fue sembrado en tierra buena: éste es aquel que oye la palabra y la entiende, y da una cosecha de cien, de sesenta y de treinta por uno”.
Parábola del Sembrador: reflexión espírita
A la luz del Espiritismo, podemos entender cada uno de los elementos de la parábola del sembrador a partir de una reflexión.
El sembrador es Jesús, o sea, quien nos guía con sus enseñanzas y modelo de perfección para la Humanidad.
La semilla, a su vez, es el Evangelio.
O sea, la hoja de ruta de cómo debemos vivir siguiendo los principios de Dios.
Los campos de sembradura representan a los diferentes tipos de mentalidad espiritual.
Así, cada uno de nosotros, en su grado de evolución, reacciona a la recepción de la semilla a su manera, pudiendo perder las enseñanzas o seguir por el camino de perfeccionamiento moral y espiritual.
Parábola del sembrador infantil: versión para niños
La lectura de la Parábola del Sembrador en la Biblia puede ser de difícil comprensión para los niños.
Por eso, es importante usar versiones apropiadas para los pequeños.
Hay, por ejemplo, ilustraciones y videos en YouTube que cuentan la historia de una forma más lúdica, mostrando que la semilla es la palabra de Jesús y el suelo es el corazón listo para recibir las enseñanzas y producir buenos frutos.
Para hacer a los niños asimilar la moral de la parábola, pueden ser practicadas algunas actividades.
Una idea es plantar semillas de fréjol en un pequeño envase con algodón – este site enseña cómo hacer.
Parábola del Sembrador: estudio de El Evangelio Según el Espiritismo
La Parábola del Sembrador es una excelente reflexión sobre el Evangelio.
Por esa razón, es una temática importante para los estudios.
Se debe observar que el sembrador no distingue el suelo en el que deja caer las semillas, aunque los frutos no son producidos en todos ellos.
Así, interpretando la parábola, el Evangelio necesita llegar a todos los lugares, independientemente de la capacidad de recepción y germinación de quien oye la palabra.
La Parábola del Sembrador puede ser encontrada en el libro “El Evangelio Según el Espiritismo”, en el capítulo XVII, con el nombre “Sed perfectos”, de Allan Kardec.
Parábola del Sembrador en los días de hoy
Aunque muy antigua, la Parábola del Sembrador puede ser aplicada perfectamente en los días de hoy.
Además de eso, podemos verla desde otro punto de vista.
Observe que, en aquel tiempo, el sembrador del Evangelio era Jesucristo.
Sin embargo, hoy, nosotros también podemos ser sembradores.
Aunque seamos campos de sembradura para las enseñanzas, tenemos la capacidad de la predicación.
Al final, el Reino de Dios crece a medida que la palabra es sembrada.
Tipos de suelo de la Parábola del Sembrador comparado con las personas
Por la Parábola del Sembrador, entendemos que los campos de sembradura son los tipos de mentalidad espiritual.
O sea, las personas en sus grados de evolución.
En el libro “El Evangelio Según el Espiritismo”, capítulo XVII, Kardec menciona las categorías:
“La Parábola del Sembrador expresa perfectamente los matices que existen en el modo como son aprovechadas las enseñanzas del Evangelio. ¡Cuántas personas hay, en efecto, para las cuales sólo constituye una letra muerta que, semejante a la semilla que cayó sobre las piedras, no produce ningún fruto! La parábola encuentra una explicación, no menos apropiada, en las diferentes categorías de los espíritas. ¿No es acaso el emblema de los que sólo están atentos a los fenómenos materiales, y no extraen de ellos ninguna consecuencia, porque los ven apenas como un motivo de curiosidad? ¿No simboliza a los que solamente buscan el lado brillante de las comunicaciones de los Espíritus, por las que sólo se interesan cuando satisfacen su imaginación, pero que después de haberlas oído permanecen tan fríos e indiferentes como antes? ¿No representa a los que consideran muy apropiados estos consejos, y los admiran, pero para aplicarlos a los demás y no a sí mismos? ¿No alude, por último, a aquellos para quienes esas instrucciones son como la semilla que cayó en tierra buena y da frutos?”
Cuando comparamos a los individuos con los suelos, podemos entender que las primeras semillas que cayeron al pie del camino y fueron comidas por las aves son las personas que no sienten verdaderamente el Espiritismo.
El terreno rocoso habla sobre aquellos que son entusiastas, se apegan a los fenómenos espíritas con intenciones superficiales y pasajeras, pronto desisten de las enseñanzas y no profundizan en el estudio de la Doctrina Espírita.
Las personas de suelo espinoso, a su vez, creen en las enseñanzas, admiran los conceptos, pero los asfixian y consideran que sus postulados se aplican a los demás y no a ellos mismos, no lo practican por su preconcepto, egoísmo, apego material y tantos otros vicios.
Finalmente, la tierra fértil, que representa a los individuos que mantienen el corazón abierto a la Codificación Kardeciana es reconocido por su transformación moral, tiene una fe inquebrantable en su corazón y adopta la práctica de la caridad como las semillas ejemplares que se esparcen en la Tierra.
Conclusión
La Parábola del Sembrador es una de las parábolas de Jesucristo que nos trae grandes lecciones.
Para quien está en la búsqueda de la evolución espiritual, estudiarla es una forma de conocerse mejor y de perfeccionarse.
No es en vano que Kardec la dispuso en el capítulo XVII del libro “El Evangelio Según el Espiritismo”, junto con los otros títulos “Caracteres de la perfección”, “El hombre de bien”, “Los buenos espíritas” e “Instrucciones de los Espíritus (cinco mensajes psicografiados por Espíritus)”.
Debemos usar la parábola para reflexionar sobre nuestra condición espiritual y nuestra capacidad de practicar las enseñanzas de Jesús a la luz de la Doctrina Espírita.
Además de eso, es necesario recordar siempre que Jesús es nuestro modelo de perfección, y que amar al prójimo es el camino para acercarnos a él.
Y, entonces, ahora que el artículo llegó al fin, es hora de volverse hacia el autoconocimiento.
Para apoyarlo en esa jornada, que tal comenzar por responder ¿cuáles fueron las transformaciones para mejor que sucedieron dentro de usted después que conoció la Doctrina Espírita?
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